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Poner límites es bueno. ¿Por qué?

Con los años, por fin, hemos dejado la educación autoritaria y de castigo para centrarnos en una educación donde predomina la relación cariñosa entre padres / madres e hijos / hijas, y donde se permite que los niños y niñas puedan participar en las conversaciones familiares, hacer preguntas, protestar y expresar sus opiniones y sentimientos.

A menudo llevamos un ritmo de vida acelerado e intentamos compaginar de la mejor manera posible la vida familiar con la laboral. Cuando todos llegamos a casa, cansados, después de un día largo y con el sentimiento de culpabilidad por no haber pasado más tiempo con la familia, tendemos a ser más permisivos y cedemos en facilidad. Nos cuesta prohibir, mantener las normas y decir que no. Lo hacemos para evitar el enfrentamiento y no renunciar a la tranquilidad y, no nos damos cuenta de las consecuencias que puede aportar a las pautas de conducta de los niños.

Como padres y madres educamos a nuestros hijos para darles la mayor felicidad. Nos mostramos comprensivos y pacientes con ellos. Creamos un ambiente cálido y amoroso. Aunque querer es imprescindible, no es suficiente para la educación de nuestros hijos e hijas. Debemos intentar entender que la educación implica protección y que ésta conlleva la necesidad de poner límites y normas para proteger a los niños de sus propios actos y de los demás. De esta manera les aportamos un equilibrio personal y emocional.

No debemos olvidar que los niños deben ser niños. Y que tienen la necesidad de investigar y de hacer preguntas, de ser tercos en lo que quieren, para hacer crecer su autonomía libremente. Es por eso que tenemos que intentar dar respuestas adultas y sinceras ante cualquier situación y debemos aprender a razonar cualquier decisión que tomamos. Lo tenemos que hacer con seguridad y convicción y, sobre todo, debemos mantener nuestra posición.

No tenemos que sentir miedo al decir no a nuestros hijos. Debemos aprender a enseñarles lo que está bien y lo que no lo está, lo que se puede tolerar y lo que no. Y los tenemos que saber explicar para que lo puedan entender y aceptar. Debemos ser capaces de buscar el equilibrio para desarrollar sus capacidades y mantener un orden para el buen funcionamiento.

Sin límites, los niños y niños se vuelven rebeldes, exigentes, mal educados y fácilmente pierden la concentración. Y estos deben marcarse desde casa.

A veces establecer cuáles son los límites a aplicar no es una tarea fácil y tenemos que conseguir un equilibrio. En Centre Neurona te ayudamos a marcar las normas, y aplicarlas con paciencia y amor, para lograr un ambiente sano entre tú y tus hijos.

 

 

 

 

 

 

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