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El ictus

Uno de cada seis españoles sufrirá, alguna vez en su vida, un ictus. Este, que se presenta de forma súbita, afecta a una gran cantidad de gente cada año. Hoy te halamos sobre cómo se forma esta enfermedad, cuáles son sus síntomas y sus consecuencias.

Esta enfermedad se denomina con una amplia variedad de nombres, entre los cuales están ictus, derrame cerebral, embolia cerebral, apoplejía, entre otros. Esta se origina mayormente de forma súbita por una alteración de la circulación sanguínea en el cerebro, que dificulta su correcto funcionamiento y que puede provocar diversos daños, de diferentes intensidades, que dependerán de cada caso. Por lo tanto, los daños del ictus son debidos a una falta de suministro de sangre en alguna parte del cerebro. Esta enfermedad puede presentarse en cualquier etapa de la vida, pero el grupo de edad con más posibilidades de sufrirla es el sector de la tercera edad.

En la mayoría de casos, sus síntomas se hacen evidentes de una forma rápida y repentina, causando daños cerebrales en muy pocos minutos. Hay otros casos donde los síntomas pueden ir haciéndose más fuertes con el paso de las horas. En función del área del cerebro que esté siendo afectada, la sintomatología variará. Algunos de los síntomas más frecuentes son debilidad en ciertas partes del cuerpo, confusión mental, dificultades para hablar, incapacidad de caminar, mareo, pérdida de equilibrio, falta de visión o dolor de cabeza.

En cuanto a las causas, cada caso presenta diferentes características, que dependerán en mayor medida del estado de salud de la persona. Normalmente es causado por el estilo de vida y los hábitos de esta persona. Por tanto, las personas que tienen hábitos poco saludables, como por ejemplo una mala alimentación y una vida sedentaria, tienen más posibilidades de sufrir un ictus a lo largo de su vida. También influye la genética, ya que hay personas que genéticamente son más propensas a sufrir esta enfermedad.

Así pues, no hay una solución única para evitar el ictus, pero si podemos realizar pequeños cambios en nuestro día a día que podrían reducir el riesgo de sufrir un ictus, como por ejemplo llevar una dieta equilibrada, cuidar nuestro sistema cardiovascular y mantener nuestro cuerpo activo.

El mayor problema de esta enfermedad reside en que provoca daños cerebrales, a menudo irreversibles, que pueden dificultar la vida del afectado en el futuro. Los podemos dividir en tres principales problemas:

  • Problemas físicos: a causa de los daños cerebrales provocados, pueden presentarse discapacidades que afecten a la capacidad física de la persona. Estos suelen ser pérdida de fuerza en alguna parte del cuerpo, parálisis, falta de coordinación y dificultades para andar. Por eso, cuando una persona sufre esta enfermedad es muy probable que necesite un programa de rehabilitación adaptado a su caso.
  • Problemas cognitivos: en muchos casos, después de un ictus la persona presenta un deterioro de algunos procesos cognitivos, como falta de memoria, dificultad de atención, poco sentido de la orientación y dificultad para planificar y organizar tareas rutinarias.
  • Problemas psicológicos: es muy frecuente que después que haber sufrido un ictus la persona en cuestión presente alteraciones en su estado anímico y psicológico. Los más comunes son depresión, ansiedad, cambios bruscos de ánimo e irritabilidad.

Desafortunadamente, el ictus es una enfermedad que afecta a un número muy elevado de personas y sus consecuencias pueden ser muy negativas para la actividad diaria del afectado. Por eso, en Centro Neurona animamos a todas aquellas personas que hayan pasado por esta situación a ponerse en manos de un especialista para conseguir superar todos los problemas que comporta esta enfermedad: los problemas físicos con rehabilitación, los aspectos cognitivos con neuropsicología y las repercusiones psicológicas y anímicas con soporte psicológico.

 

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